La preparación de los candidatos al sagrado ministerio es un proceso de profunda importancia para llevar su luz, amor y ejemplo a la comunidad de creyentes, abarca aspectos espirituales, emocionales y éticos, y es fundamental para garantizar que estén preparados para guiar y cuidar a los fieles en su camino de fe.  

En un mundo en constante cambio y desafíos crecientes, es esencial que los futuros ministros estén arraigados en una fe sólida, flexibles en su pensamiento y compasivos en su actuar. La formación integral de estos líderes religiosos busca que no solo prediquen con palabras, sino que también vivan el mensaje de amor y justicia que proclaman. 

Por tanto, la Iglesia presbiteriana aboga por una preparación profunda y significativa de los candidatos al sagrado ministerio, donde la teología se entrelace con la práctica, la oración con la acción y la humildad con la convicción. Solo así podrán ser instrumentos fieles en las manos del Altísimo, llevando esperanza y consuelo a un mundo sediento de verdad.